lunes, 8 de noviembre de 2010

Le duelen los huesos a la filósofa pobre

Que es una tarde de niebla y nieve lo sabían hasta las perras viejas y gordas que agonizaban en sus puestos.
Que la cocina estaba manchada de caldos azules y huesos con sal amarilla lo sabía ella y su amor-eso que ahora llaman pareja para hacer rentable la estancia futura o su asesinato presente-,y su amor tenía la belleza suficiente para no caer en la tristeza o mejor para integrar toda tristeza en un proceso vital.
Que se acababa la comida en la casa solo lo sabía su miedo que es otra forma de amor prudente.Porque solo la posibilidad de estar quieto en el centro de un dolor,y callado,puede donar al cosmos una pieza necesaria para que gire.
Que ese día,en el paseo, de la mano de su hija,moriría solo lo sabía una piedra compacta y enorme que sobresale desde su ventana al cielo y que ahora ,en un retorno obsesivo,María,su hija, la vulve a llamar dios,dios inesperado y silente que da sentido a mi absurda presencia ante lo que no es hermoso.
(La belleza salva-el dolor duerme cerca-es posible si los ojos encierran -se guarda el sentido-si construyes fundarás la palabra-es preferible, despues del siglo que hemos pasado,pintar las estaciones o solo mirarlas-los charlatanes de la radio han fundado el gran mal del no silencio-han conseguido la muerte nada triunfal de los poetas(ellos ya querian terminar).

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