martes, 12 de febrero de 2013

En la lista de bodas de Mendelm Marriot había un nombre enigmático que ambos novios deconocían,Hector Baldin.Mendelm llamó por teléfono a sus suegros para preguntar por el sujeto.Ellos no le dieron importancia pero ignoraban la identidad de aquel nombre y quien lo había invitado,cómo se coló aquel desconocido en el listado.Mendelm buscó en la guía de teléfonos de la ciudad y sólo un apellido figuraba como Baldin,María Baldín,calle Tenerías 87,en Ronda,la misma ciudad donde ellos vivían y donde dentro de dos semanas se celebraría la boda.Marroit llamó,¿es usted María Baldin,conoce a Hector Baldin?.Es mi hermano,murió hace siete años,pero alguien me ha dicho que lo ha visto pasear por la Alameda alguna tarde fría,con un abrigo largo que le llega a los pies y unas botas altas y negras que hacen ruido con las suelas al caminar.No creo que sea él,creo que es su amigo Rosario que ha dedicado toda su vida a imitar a mi hermano y que ha terminado por parecersele hasta en la cara.¿Donde puedo encontrar a ese Rosario?,preguntó Marriot.Está todo el día en el bar Oliva,bebiendo solo.El novio colgó el teléfono y corrió hacia el céntrico bar no sin notar que las piernas le temblaban y el corazón le asaltaba el cuello como queriendo escaparse.Al llegar vió el abrigo largo echado sobre una silla,al fondo un hombre delgado,pálido como la nieve se entretenía dando golpes en la mesa donde estaba sentado con un vaso vacío.¿Es usted Rosario?.Si,dijo el hombre sin dejar de golpear sobre la mesa.¿Conoce a Hector Baldin?.El vaso se quedó quieto mientras Rosario alzó la mirada hacia Marriot.Yo lo maté dijo Rosario con naturalidad.Entonces cómo puede ser qe figure en mi lista de bodas como invitado.Ah,de eso no se nada,nunca me ha interesado el futuro de los muertos.Marriot se quedó atónito,mudo como un quicio.Le extraña,señor,que no me importe su casamiento.¿Por qué lo mató?.Llevaba años pidiendomeló,dijo Rosario.Era la forma como el quería entregarme su existencia,repitió.No entiendo, exclamó Mendelm,no entiendo nada,pero quiero saber qué hace su nombre en mi lista.Sientesé y mire esa ventana,dijo Rosario con una voz pausada y ronca.Hector era invisible,ni en su casa era considerado,ni en su trabajo se sentía presente para los demás,desconocía la identidad de su cuerpo(un día me dijo que por las noches se extrañaba de que sus rodillas chocaran y fueran suyas).Tampoco reconocía su música,era compositor sabe,a pesar de las horas que pasaba escribiendola y corrigiendola.Conoce la cantata de la Tibieza,nadie lo sabe pero es de él.Paso todos los días oyéndola,el coro,el coro cuando sentencia "dadme un lugar donde sea un ángel,aunque sea un instante permitidme esa alegría,soy humano como tú,y débil como la muerte,entregadme unos segundos donde sea agua que desciende entre la fronda y toca todo lo que ama,no dejadme ser mas tiempo este hombre que ahora llevo".Rosario se quedó mudo,Marriot lo miraba con fijeza.Después de un largo silencio el novio se levantó para marcharse,había entendido las palabras de Rosario,la forma exquisita de apartarse de la vida y la necesidad de contarlo a un solo hombre en el mundo,un hombre aleatorio que estaba cerca de la dicha de casarse.

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