martes, 26 de abril de 2011

el templo que tanto quise

Es rara esta sensación.Cuando mas bajo estaba,cuando apenas me quedaba un sentido propio,una querencia,la voz o el deseo,he leído una frase donde yo mismo nombraba la personalidad como amor,como templo donde pueda suceder todo.Entonces he salido a la calle reconfortado,dispuesto a sentir los latidos de las cosas que me importan.Por eso he vuelto a interesarme por M.Hilfer y su relación literaria con Jgonzález;he vuelto a leer algunos escritos que este autor dedica a esta autora.Es raro porque ayer a esta hora estaba hundido al presenciar la cara rota de un chino al que habían atracado y golpeado en su tienda;impresiona ver tanta sangre por la boca en una tarde cerrada y tantos orientales condolidos con gestos de pasada inocencia y ojos de futura justicia.El dolor de la sangre se hace imponente,mas expresivo,cuando en los ojos del que sangra se ve que están fuera de su tierra,lejos de donde la mirada podría encontrar consuelo en su paisaje,en la calle propia donde la lluvia lavaría el rojo espeso de los dientes.Me fijé como ni el médico ni la policía se atrevieron a tocar al chino,a penas la enfermera limpió sus labios con una gasa distante.Yo miraba desde mi ventana,veía llegar mas gente a la escena,mas chinos altos con coches grandes.Hasta que llegó una mujer alta,delgada,oriental,que aunque no decía nada imponía un orden en las cosas.Sus ojos expresaban una perplejidad contenida,una especie de saber qué hacer en las próximas horas,hasta que la sangre del hermano esté seca y limpia como la piel de esa aparición de mujer.A ella iban todas las palabras.No se como supe que el ladrón había llegado borracho a la tienda y tras ser descubierto robando se había ensañado a golpes con el dependiente.La violencia es un encuentro difícil para un hombre alejado de ella.Sin duda hay espíritus violentos que andan en este gimnasio,pero quien la halla por primera vez sufre una especie de bautismo,un dolor que educará una fibra,una marca que dirían los expertos.Hay culturas que saben que todo ser pacífico encontrará una escena criminal y que esta le hará sentir que el mundo es terrible;hay culturas que se entrenan para este momento y hay culturas que olvidan este momento y prefieren dotarse de medios que lo consuelen.Lo cierto es que en la tarde de ayer se me agolpó en la tristeza de dentro la tristeza de un chino manchado de sangre y una hermosa mujer que fría y calculadora concebía la justicia inmediata.En muchas ocasiones he pensado si existe una razón social para la melancolía.Voví a mi habitación hundido,abrí el libro de MH "En templo Viena" y leí:"Tengo lugar seguro donde padecerlo todo y poder sentarme a referirlo/tengo jardines donde decir que mi dolor es de esta ciudad/soy pobre y puedo llamar por la ventana a quien me auxilie y me cubra de calor y consideración/no soy en Viena un ser sin nombre/en este templo puedo escribir del dolor y la alegría/con la calma precisa de un arte".Sin duda Jgonzález sintió la nacesidad de viajar a Viena para sentir el templo propuesto por MH,como ante había viajado a Galicia para comprobar que la naturaleza de Rosalía era tambien un templo-"Desde mi ventana veo/ el templo que tanto quise"".
Tu eres mi templo,pensé,pensando en el cielo que me asalta y dota de capacidad de amar y tiene la gracia de un alma que tose y tose y no me deja llevar un dolor como debiera.Esa es la personalid a que se refiere Jgonzalez cuando dice "Sin el templo de la personalidad,el dolor no es posible". Y esa es la personalidad que yo encontré en uno de mis escritos y que pude leer ayer mismo que me salvó del hundidero.Dentro,en el bosque donde vive mi persona,un templo suave y solemne se ha erigido para sufrir por lo que venga y amar lo que tengo.

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