miércoles, 11 de mayo de 2011

sobre una rosa antigua

Para Jgonzález la rosa aniquila a todo artista que la piensa o sugiere,por ello la única actitud ante ella es sobrevivir,acercarse como se acerca un comprador en el mercado de las flores a tantos otros vegetales que allí residen,con acción y soltura,sin dar la mínima oportunidad a la interpretación de la belleza,sólo con olfato y vista,y silencio.Ah,y sin nombrarla ni pronunciar texto alguno mas allá del gesto absoluto de la vida,perfecto.Refiere el autor que en sus tardes en Viena,en la casa de Maria HIlfer,cuando ella salía al jardín y cortaba una de aquellas rosas grandes y antiguas(decía MF que aquellas flores las había plantado su madre hacía mas de cuarenta años)un silencio gigante se hacía entre ellos y luego el caía en una melancolía etérea durante todo el día,hasta que la noche con sus horas ociosas mezcladas de alcohol le hacía olvidar el impacto de la belleza.María colocaba las rosas sobre un jarrón de cristal y las ordenaba con desden alrededor e unas hojas salvajes,mientras Jgonzález moría por momentos consciente de ser invitado a no buscar mas poemas hermosos donde residir o ver el mundo.Parece que una tarde,en el silencio de la rosa,el le expuso a María la crisis que la flor le proporcionaba,la inquietud que aquellos pétalos le infligían como un asalto a la seguridad de su creación,como un texto de crítica superior donde sus escritos salían malparados y su voluntad dispuesta a abdicar de toda acción que supusiera un acto creativo,de la poesía en sí y hasta del ensimismamiento diletante que unos poemas perfectos de Heine,Becquer o San Juan le solían otorgar.María Hilfer adivinaba su angustia,sólo el olor nos salva le había dicho como resumiendo el desasosiego de quien no vive distraido de la rosa y su conflicto con la idea.Entonces, cuenta Jgonzález ,que le llegaban ganas de besar a aquella mujer como si en sus labios fuese a encontrar la unión perdida de lo bello y su sueño,el sentido absoluto de la flor en aquellas tardes.